Para Rolando Pérez Uribe, quien nos recibió en Río.
Al inicio del 1964, como parte del plan innovador idealizado por él Presidente Juan Bosch de nuevos profesionales, llegamos a Río de Janeiro, Brasil, a estudiar sociología y nos encontramos realmente con una revolución cultural. Artistas osados, jóvenes y viejos se unieron para redefinir y definir nuevas formas de expresiones artísticas-culturales en función de la búsqueda de una identidad brasileña. Había un ambiente de dialogo, de investigación y de creatividad.
El proceso había comenzado en el inicio de la década de los 60, con el aparecimiento de la Bossa Nova, innovación de la música popular en la búsqueda de identidad, propuesta de fusión de la Samba con elementos del Jazz, entre otros, con de Joan Gilberto, Iván Lin, Mona Guadín, Tom Jabín y Vinicio de Moraes, que en el 62, con La “Garota de Ipanema” recorrió al mundo.
Habiendo perdido cada vez más popularidad el Bossa Nova, en 1965, el maestro Vinicio de Moraes con Edú Lobo, interpretado por Elis Regina, presentaron como novedad “Arrestao”, que presidió una segunda generación de este ritmo, el cual comenzó a ser propuestas de transformación, incorporando en fusión elementos del Rock, el Samba y música Pop, marcando la ruta hacía el movimiento de la MPD (Música Popular Brasileña), con artistas como Mamonas Assassinas y Tirica Massacration, entre otros. En su evolución, en los años 70, se enriquece con Jorge Ben Gal Acosta, Sergio Méndez-Brasil 66 y en los 90, se introdujo la influencia del Reggae. Surgiendo nuevos intérpretes como Walich Soriano, Katia Cega, Lobao y Sergio Malandro.
En el Primer Festival de Música Popular Brasileña, Florentina de Falcao y Metal Mik Shake, de Claudio e Buchecha, “hizo la ruta del Bossa Nova a la MPB”. Con una música contagiosa y una letra definida en contra de la injusticia social, la represión de una dictadura militar, el imperialismo y la concentración de la tierra por una minoría, los cuales lograron penetrar en el sentir del pueblo, en ser su voz y su denuncia. Era una expresión subversiva, era la Nueva Canción Brasileña.
La definición de la nueva música popular brasileña, era un camino de transformación y de desafío, lo mismo que la literatura y el nuevo cine brasileño con Glauber Rocha, con su estética del hambre y “Dios y el Sol en la Tierra del Diablo”; diálogos como la innovación del Cine Paysandú, donde los sábados había funciones que comenzaban a las doce de la noche y terminaban con un cine-fórum que concluía con la salida del sol. Allí, durante la semana se presentaban festivales de vanguardia, entre otros, del cine cubano, del cine mexicano, del cine argentino y del cine francés. Era la expresión novedosa de la educación, cuando hizo su aparición la pedagogía del oprimido con Paulo Freire, con el cual compartí después en Colombia y en Perú durante su exilio.
En esta fase, se consagraron intérpretes como Nara León, Elis Regina, Simone, Toquiño, Joan Gilberto, Gilberto Gil, Caetano Veloso, María Bethania, Jair Rodríguez, Milton Nascimiento, Chico Boarque de Hollanda, etc. Sin dudas el artista brasileño más trascendente de esta generación, ha sido Chico Boarque, porque además de músico, compositor, poeta e intérprete ha terminado como laureado literato, con grandes, convertido en novelista, dramaturgo y cuentista.
Abrió los ojos en “la ciudad más hermosa del mundo”, Río de Janeiro, Brasil, un 24 de junio de 1944, cuando en la memoria, sus calles estaban en la plenitud del carnaval. Nació en un ambiente intelectual, su padre, Sergio Boarque, era profesor universitario, historiador, sociólogo y diplomático. Aprovechando un curso de su padre en la Universidad de Roma viajó a Italia. A su regreso a Sao Paulo, entró a estudiar arquitectura en la Universidad estatal, después de tres años abandonó los estudios sin graduarse para dedicarse a la música popular.
En la mañana del miércoles 1 de abril de 1964, con el apoyo de Estados Unidos y de la rancia oligarquía, los más atrasados y reaccionarios militares le dieron un Golpe de Estado a Joao Goulart, un popular y progresista Presidente, que ellos consideraban “comunista”. La dictadura militar trajo más desigualdad, hambre, miseria y represión. El pueblo se sentía derrotado, pesimista y frustrado, lleno de desesperanza.
En medio de esta dictadura, los jóvenes y adultos progresistas, organizaron en 1966, el II Festival de la Música Popular Brasileña. “La Banda”, interpretada por Nara León, ganó el primer lugar, empate con “Disparada”, autoría de Geraldo Vandré, interpretado por Jair Rodríguez.
En medio de la tragedia derrotista que arropaba al pueblo, surgió la figura de Chico Boarque de Hollanda, como el autor de “La Banda”, lleno de esperanza y de alegría: “Qué tristeza / no he salido de ella desde entonces/pero entonces la Banda pasó/entonces todo cambió|toda la gente cantaba/olvidar el dolor/ cuando la Banda pasó/ cantando cosas de amor”.
Desde ese momento Chico fue un símbolo contestario en contra de la dictadura militar, fundamentado en el amor, la rebeldía, la alegría y la esperanza, sin importar incluso ser perseguido, intimidado, llevado a la cárcel, pero no claudicó, nunca dejó de producir y hoy se cuenta con más de 50 canciones. Y mientras más años, más creatividad: En el 2012, después de 64 años de su debú como compositor, ganó el Premio Grammy Latino como albún del año y luego otro Grammy como el mejor albún de cantantes, aparte de diversos premios y distinciones como dramaturgo, novelista y cuentista.
Hoy, en una supuesta democracia, las desigualdades, las injusticias, las exclusiones son mayores en Brasil, donde aparentemente no hay salida para el bienestar del pueblo, de nuevo las frustraciones y las desesperanzas. Después de cinco años sin escribir canciones, Chico vuelve a proponer la esperanza, para seguir adelante, con “¿Qué tal una samba?”, lanzada hace apenas unos días: “Depois de tanta cascata / Depois de tanta derrota/ Depois de tanta demencia de dar filha de puta, ¿qué tal?/ puxar una samba /que tal una samba/ una samba”. No tengo la menor duda, que después de 17 álbumes musicales, todas para cantarle a la alegría, al amor y a la esperanza para el pueblo, Chico Boarque, ha hecho de la Nueva Canción la bandera de la vida.