El derecho a la libertad de expresión y difusión del pensamiento ha sido uno de los aspectos que más hemos defendido. No solo porque nos tocó vivir en un régimen dictatorial que desde jóvenes disentíamos, sino porque sangre y vida de parientes y amigos enlutaron hogares. Solo por manifestar incluso discretamente inconformidad con el régimen, o simplemente se atrevieron a criticar alguna disposición o discrepar de personeros de la tiranía.
Desde que sonó la clarinada libertaria en nuestro país, he estado en el frente o escribiendo. Defendiendo ese derecho del ser humano a disentir. A manifestar desacuerdos. A criticar, sugerir. En fin, a tener otro concepto o visión de las cosas, incluso participando en posiciones gubernamentales. Lógicamente, como se trata de seres humanos, tratando de hacerlo con decencia aunque enérgicamente.
Sin embargo, debería llamar a la reflexión acontecimientos que en ocasiones ocurren. Que aun dentro de la filosofía de la libertad de expresión y difusión del pensamiento y al derecho a exponer todo cuanto el ciudadano entienda, no es lo mismo alterar un documento cual que sea, para presentarlo ante la opinión pública mediante las redes que ahora son tan dinámicas, sin obedecer a lo realmente sucedido. Editando o presentando una cosa diferente. Y al ocurrir esas noticias llamativas, aunque sea algo editado que altera el contenido fundamental, y sin determinarse la veracidad, otros medios, lógicamente detrás de noticias que llamen la atención, le den cabida y las difunden.
¿Qué ocurrió? Pues cuando la Lotería Nacional publicó el video oficial y se comparó con el alterado, los del canal YouTube, imaginamos que sabiendo que se estaba detrás de las pistas, colocaron un aviso, cual gatica de María Ramos. Otros medios, probablemente actuando de buena fe, también lo destacaron en sus redes, pero al darse cuenta del error los quitaron del aire. Pero ya se había difundido una mentira. La intención de lo ocurrido no lo voy a juzgar.Olvidaron que la Lotería Nacional cuenta con un Consejo Consultivo integrado por personalidades a quienes les pesa el ruedo de los pantalones, tanto por su conducta moral como ética. Y aunque no participan en sorteos velan por su transparencia.
La reflexión a que me refiero es, que los medios bien intencionados deberían por lo menos solicitar una aclaración antes de difundirlas. Gracias a Dios que la verdad prevaleció