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jueves, 23 de marzo de 2023

“El Arte En La Cabeza: Rostro e Identidad” Dagoberto Tejeda Ortiz.

“El Arte En La Cabeza: Rostro e Identidad”               

                                                       Por: Dagoberto Tejeda Ortiz

Mitificarse el rostro con colores, diseños y símbolos para transformarse en un personaje es una tradición ancestral en la isla de Santo Domingo.  En el periodo precolombino, los behiques, sacerdotes de la religiosidad entre los Taínos se pintaban el rostro de negro con hollín para  adquirir Poder sobrenatural para la curación, fungiendo como intermediarios de sus deidades, que eran los que realmente curaban.


Los esclavizados africanos que trajeron los españoles en el proceso de colonización mostraban sus identificaciones étnicas tribales con signos y símbolos expresados en el rostro.  Pero  es con el carnaval que las máscaras y las máscaras-rostro, con colores y símbolos, se multiplican, resultado de hacedores artísticos y creaciones  personales, donde la magia hace el milagro de la fantasía de convertir personas en personajes.


Un baile de carnaval en el hoy Museo de las Casas Reales, era una noche de magia donde se  paseaban por sus salones los personajes de la corte real y los de las mil y unas noches, mientras que por la calles de la ciudad de Santo Domingo, en la Plaza de Armas hoy Parque Colón,  con máscaras correteaban  los diablos cajuelos protegidos por  La Muerte mientras que con sus rostros pintados asomaban las mojigangas. 


La dominicanizacion del carnaval transformó a personajes que vinieron de España como los Diablos, otros quedaron en el olvido como Gigantes y Cabezudos y surgieron nuevos como Robalagallina, Califé, Se Me Muere Rebeca, etc. donde el rostro en todos ellos era decorado de diversas  formas, para caracterizar a  sus personajes donde predominaban las máscaras que cubrían el rostro y las “máscaras-rostros”, donde se privilegiaban los colores y simbolizaciones en la cara.  Incluso una parte importante del publico iba “pintado” a los encuentros populares de carnaval, igual que como ocurre hoy en el carnaval.


La decoración, “la pintura” trascendía al rostro como el caso de los Tiznaos, que trituraban carbón y se lo untaban con miel de abejas en todo el cuerpo y otros  se pintaban el cuerpo de negro con aceite “quemao” de vehículos de motor.   En esta misma línea, algunos “indios” se pintaban el pecho y la cara con bija y en los “Pintaos de Barahona”, su cuerpo entero se convierte en un lienzo viviente, pintándose el cuerpo completo con pintura choreada de diversos colores.  


Muchos de estos personajes  los encontramos en el carnaval de Cotúi, uno de los carnavales más antiguo del país, con una extraordinaria diversidad e identidad. El carnaval de Cotúi es único, no se parece a ningún otro, ni siquiera al carnaval vegano, de Santiago o de Bonao,  los más impactantes que le quedan cerca.  Tiene sus personajes propios y su identidad.


La mina de oro de Cotúi, presente desde la colonización española, implicó la presencia de esclavizados africanos de las etnias Mina y  Congos, los cuales aportaron sus visiones y sus simbolizaciones africanas en un proceso sincrético de criollización.  El Platanú, personaje elaborado en base de hojas secas de plátano y un higüero como máscara, herencia africana, es el personaje-símbolo que democratizó este carnaval y que sirvió como eje transversal para posibilitar otros personajes de identidad como el Papelú, con papel periódico y el Fundú, con fundas plásticas coloreadas, definiendo una identidad en su relación mágica con la naturaleza, utilizando hojas y ramas de árboles y las simbolizaciones de aves como las guineas, por ejemplo.  Su desarrollo y su creatividad definen al carnaval de Cotúi  como el más ecológico del país.


En ese carnaval, Wampa es un personaje-símbolo, carismático, único y trascendente, pero es al mismo tiempo,  el Abogado, el profesor de la UASD en la vida cotidiana.  Por encima de todo eso, Wampa es negro, con conciencia de sus ancestros africanos que asume con orgullo y por eso, gracias a su capacidad creadora, cada año crea personajes que honran sus orígenes de esclavizados que llegaron a dar su trabajo, sus sueños y su vida en la mina de oro de Cotúi.


Por esa trascendencia como personaje, el artista Mariano Hernández realizó una jornada de fotos mientras Wampa se vestía y se decoraba el rostro como si fuera para el carnaval, para lograr elaborar una propuesta para la bienal nacional.  Mary Espejo, pintora profesional ese día pintó el rostro y la cabeza de Wampa, de donde Mariano pensó que otros pintores también podrían pintar a Wampa.  Y así sucedió y comenzó un proyecto único, singular, trascendente que no se había realizado en el país ni en el mundo.  ¡41 pintores plantaron la cabeza y el rostro de Wampa! ¡Mariano Hernández los inmortalizó con sus fotografías y Wampa con su carisma los inspiró para la creación de nostalgias africanas!


Mary Espejo, Juan Mayí, Hilario Olivo Ángel Urrely, Julio César Valentín, Geo Ripley, Mario José Ángeles, Elsa Núñez, Amaya Salazar, Julia Hernández, Radhames Mejía, Iris Pérez, José Aguavivas Núñez (Sejo), Omar Molina, Sad Musa, José Mercader, Juan Bravo, José  Miura, Jesús Desangles, Antonio Motorrel, José Cestero, Ciprian Ramírez, José Morillo, Inés Tolentino, Persio Checo, Vladimir Reyes, Melvin , Carlos Romaguera, Guiomar Álvarez de Toledo, José Luis Bustamante y Miguel Ramírez, son los pintores protagonista de esta propuesta innovadora. 


In memorian, tenemos a Rosa Tavarez, Ramón Oviedo, Fernando Peña Defilló, Nadal Walcot, Tony Capellán, Jorge Severino, John Padovani, Teté Marella y Leonardo Durán.


El Banco de Reservas, acaba de editar un hermoso libro de colección reproduciendo las obras vivientes en el lienzo simbólico de la cabeza y el rostro de Wampa, como un aporte artístico y antropológico de sublimizacion del carnaval dominicano con texto de Samuel Pereyra Rojas, Administrador General de Banreservas, la crítica de arte Marián de Tolentino y del Sociólogo Dagoberto Tejeda Ortiz, con la responsabilidad del Sr. Wilson Rodríguez, Director General de Relaciones Públicas Banreservas, por su visión y sensibilidad en su dimensión de  la dominicanidad.  Este libro contó con la excelente coordinación editorial de María Elena Ditrén Flores.


Sin dudas, este es uno de los aportes editoriales más trascendente de institución alguna en el país, un aporte invaluable sobre la revalorización de la cultura popular dominicana, un homenaje al carnaval y una revalorización de la identidad nacional.  ¡Bienvenido sea! 






  






lunes, 6 de febrero de 2023

LA HISTORIA DEL DÍA NACIONAL DEL FOLKLORE

LA HISTORIA DEL DÍA NACIONAL DEL FOLKLORE
 Dagoberto Tejeda Ortiz

Cuando no había escuelas, colegios, universidades, periódicos ni libros, todo el pasado y el presente se trasmitía por la oralidad, retenida y legitimada por el privilegio de la memoria. ¡La palabra era sagrada! En la sociedad originaria de lo que hoy somos las y los dominicanos, su historia era trasmitida en una ceremonia colectiva conocida como “Areíto”, donde el cacique y los más sabios trasmitían pedagógicamente los acontecimientos cotidianos y trascendentes que habían ocurrido para conocimiento general de la tribu, con música, bebidas, comidas y alegría.

Esto quiere decir, que estos pueblos tenían su historia, sus creencias, sus tradiciones, sus leyendas, sus dioses y sus héroes. Aunque no había escritura, dicen los antropólogos, que eran pueblos ágrafos, pero que tenían su propia cultura, su orgullo y su identidad.

En occidente, en Europa, después del feudalismo, en la Edad Media, cuando llegó el “progreso”, con la electricidad, el telégrafo, el teléfono, la fábrica, etc., el capitalismo lo trasformó todo en función del capital, los intereses de las clases sociales y el Poder, donde esas manifestaciones del pueblo, que representaban “lo viejo”, fueron subestimadas, la imprenta simbolizó una superioridad civilizatoria y la oralidad fue marginada. Pero el pueblo, que en gran parte no sabía leer ni escribir el alfabeto dominante, mantenía sus propias manifestaciones culturales particulares.

El 22 de Agosto de 1846, William John Thomas, un investigador inglés, con el seudónimo de Ambrosio Melton, envió una carta al periódico “The Atheneum” de Londres, Inglaterra, pidiendo que esas expresiones orales, autoría del pueblo, aquello que algunos llamaban de “literatura popular”, léase, cuentos, leyendas, poesías, adivinanzas, música, bailes, etc., recibiera el nombre de “folklore”. Para él esta palabra significaba: “Folk”, pueblo y lore, conocimiento del pueblo, el saber popular”.

Esta propuesta fue acogida por los centros académicos, los espacios del saber científico, pasando a ser folcloristas, no solamente los creadores, los protagonistas populares, sino también, aquellos que se dedicaban académicamente a su estudio, ganando con esto el folklore una categoría científica, convirtiéndose dentro de las ciencias sociales en una rama de la antropología.

Por estas razones, el 22 de agosto fue escogido como el “Día Internacional del Folklore”, exaltado en el país con trascendencia en los últimos años por la Federación Dominicana de Arte y Cultura, en la sede del Comité Olímpico Dominicano, con reconocimientos y homenajes a personajes, investigadores y grupos protagonistas originales del folklore nacional.

El folklore entre nosotros ha existido antes de la propuesta de John Thomas en 1846 en Inglaterra, porque en la sociedad taína ya existía, aunque no con ese nombre, el cual se enriqueció con los aportes de la cultura española, africana y de todos los grupos de extranjeros que de una manera u otra han tenido interacción con nosotros, en un proceso sincrético creador de enriquecimiento.  

Aun así, la palabra “folklore” impresa, apareció por vez primera en la República Dominicana el día 10 de febrero de 1884 en el periódico “Ecos del pueblo” que editaba en Santiago de los Caballeros el periodista José Joaquín Hungría al recibir una carta de un lector o lectora de Puerto Plata bajo el seudónimo “Valle de Gracia” cuando le enviaba la famosa décima de Juan Antonio Alix sobre “Un Fandango en Dajabón” al investigador Hugo Schurd de Graz, Australia. 

Fundamentado en esta realidad y la ausencia de un día dedicado a la exaltación del folklore nacional, Dagoberto Tejeda Ortiz elaboró una propuesta al Ministro de Cultura, escritor y poeta Tony Raful, la cual acogió con entusiasmo y fue aprobada por el Presidente Hipólito Mejía, emitiendo el decreto Núm. 173-01 del 31 de enero del 2001, declarando el día 10 de febrero de cada año como el “Día Nacional del Folklore Dominicano”.

El día 10 de febrero de ese mismo año, 2001, en una ceremonia realizada en el Palacio Nacional, el Presidente Hipólito Mejía declaró como “Tesoros Vivientes del Carnaval Dominicano”, a solicitud del Ministerio de Cultura, a Sixto Minier, símbolo de los Congos de Villa Mella, a Teófilo Chivertón (“Linda”), Jefe de los Guloyas de San Pedro de Macorís, al grupo de los Chuineros del Cañafistol, Baní, a la inmensa de Fefita la Grande y al maestro José Castillo Méndez, investigador, de los fundadores de Convite y director del Ballet Folklorico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Además de la exaltación de la aparición impresa por vez primera de la palabra forklore en la República Dominicana, el Decreto Presidencial contempla al folklore como base fundamental de nuestra identidad y contenido determinante de la dominicanidad. El folklore, expresión de nuestra cultura popular, sustenta la máxima de Pedro Henríquez Ureña, apuntalada por la UNESCO, de que “sin cultura no hay progreso” y de que no existen culturas superiores ni culturas inferiores, sino culturas diferentes.

Sin dudas, nuestro folklore se ha ido transformando, constituyendo la continuidad de lo que históricamente hemos sido y somos las y los dominicanos, expresión de nuestras esencias, contenido de nuestros ancestros y espacio de resistencia de nuestra identidad, por eso, nuestro folklore es orgullo nacional y patrimonio de la nación.  







domingo, 29 de enero de 2023

LA MUJER REVOLUCIONARIA Y LA LEYENDA, DAGOBERTO TEJEDA ORTIZ.

LA MUJER REVOLUCIONARIA Y LA LEYENDA                        

    Dagoberto Tejeda Ortiz


Una cosa son los acontecimientos de la vida real y otra cosa es su interpretación, la cual se acerca, se aleja o se distorsiona por ignorancia o por manipulación de la verdad.  Depende de quien realice la interpretación.  La secuencia de sucesos para definir como fue, recibe el nombre de historia y sus interpretadores se conocen como historiadoras e historiadores.


Pero las historiadoras y los historiadores no son oráculos con absolutismo de la verdad. La inocencia no existe entre ellos, hay intereses y hay ideologías.  Su cercanía o su distancia del poder, determinan su “verdad histórica”.   La criticidad define objetivamente la realidad.


Las y los historiadores son eruditos, académicos, con altos niveles de abstracciones y diversos instrumentos teóricos-metodológicos del conocimiento, que son garantía de veracidad y objetividad de los acontecimientos históricos-sociales.  Pero hay otras interpretaciones, sin exigencias académicas, tenidas como “verdad”, elaboras por el pueblo,  mitificadas, acomodadas a sus intereses, a su visión de la vida, idealizadas, sin que tenga que ver nada con las rigurosidades de la ciencia.  Estas “verdades” populares  son sagradas e intocables, porque son su “verdad”, a las que respetan y reverencian, que convierten en mitologías y en leyendas, las cuales son esencias  intelectuales, espirituales y existenciales.


Estas se eternizan, son simbolizaciones de la oralidad, se trasmiten a su manera a las nuevas generaciones, quienes las enriquecen.  Es la historia, idealizada, al margen de la “historia” académica y de la historia oficial, mezclan  la  ficción y la realidad como en las novelas, donde las fronteras nunca están perfectamente definidas y van más allá de los prejuicios, de las creencias religiosas, políticas y los estamentos económicos-sociales.


En otras palabras, el pueblo crea y recrea “su historia”, sus héroes y sus antihéroes, al margen de la historia académica y de la historia oficial, una historia no escrita, convertida en catarsis.  Podemos recorrer la “historia” y encontraremos una historia sin “historiadores” o “historiadoras”, donde el anonimato, con testimonio de protagonistas y testigos de ocasión le dan veracidad. Independiente de su legitimización fascinante, es posible  llegan a conocer estas “verdades”.  


Soy un amante de las historias locales, de las historias orales, de las historias noveladas, con ficción, romanticismo y con la realidad, inventadas con pasión por el pueblo y por algunos intelectuales.  Por encima de machismos trasnochados y prejuicios, en esta historia podemos encontrar simbolizaciones y exaltaciones de la mujer subversiva, combatiente, líder, ejemplos de valentía y patriotismo, orgullo y patrimonios de la patria, muchas de ellas convertidas en leyendas. 


En el periodo colonial sobresale con respeto María de Toledo como símbolo del poder, de la élite, de la nobleza colonizadora y Anacaona como la expresión de identidad a nivel popular, exaltando su belleza y su dimensión de cacica, jefa del cacicazgo de Jaragua,  esposa del intrépido Cacique Caonabo.  


En ese mismo periodo colonial, históricamente en Nigua, San Cristóbal,  se produce el 30 de diciembre de 1796 la rebelión de esclavos más importante de este lado de la isla, donde lograron tomar, en las primeras horas de la rebelión al Ingenio Azucarero Boca de Nigua.  En su celebración queda hoy en la memoria popular la figura de Ana María, coronada como reina de la rebelión, por su coraje y su valentía.


En la lucha independentista, la mentalidad popular exalta a diversas mujeres como símbolos nacionales, desde Concepción Bona, que junto con su prima María de Jesús Pina, de acuerdo con los lineamientos del Patricio, Padre del Patria, juan Pablo Duarte, confeccionaron la primera bandera dominicana, aquella que subió a los cielos el 27 de febrero de 1844 en la Puerta del Conde ante el trabucazo de Mella.  Pero la más impactante es Juana Saltitopa, ”La Coronela”, la mujer que se puso un vestido de coraje en la batalla del 30 de marzo  contra las tropas haitianas en Santiago de los Caballeros y de acuerdo con la leyenda bajaba al río Yaque a buscar agua para enfriar los cañones de los combatientes, llevaba pólvora de un lugar a otro, daba ánimos y curaba heridas.  ¡Su figura en medio de la batalla se tornó una leyenda!


En los  nefastos  momentos históricos de la Primera Intervención Norteamericana, está la figura reverente de Elcilia  Pepín y la leyenda de Canela Mota en Baní, con la defensa de la bandera dominicana, cuando se eternizó su grito: “Mi bandera no se baja /ella siempre estuvo arriba/ es el ama de la patria/ y por ella doy mi vida”.


Durante la llamada Era de Trujillo surgieron valerosas mujeres que enfrentaron a la dictadura, convirtiéndose en Heroínas de la Patria, aunque sobresalen en este firmamento las hermanas Mirabal: Minerva, Patria, y María Teresa. 


En el 1963, a consecuencia del Golpe de Estado al Presidente  Juan Bosch,  las montañas del país definieron la odisea del Movimiento Revolucionario del 14 catorce de junio, bajo la jefatura  del Comandante ManoloTavarez Justo, en las “guerrillas de la dignidad”, donde Pike Lora, se hizo leyenda, fusil en mano,  como ejemplo de valentía por ser la única mujer entre 150 guerrilleros.


Mamá Tingó se convirtió en mito de la mujer campesina desde el instante en que fue asesinada en la lucha por la tierra y Aniana Vargas en símbolo de la mujer en la lucha por el medio ambiente y defensa de la ecología.  Abril del 65 parió a la mujer-fusil, sin nombres sonoros pero con identificación de pueblo.


En la literatura se sobredimensiona a la mujer revolucionaria, guerrillera.  Por ejemplo en la novena El Terrateniente de Manuel Antonio Amiama. Ronaldo Carranza había engañado y traicionado con el costo de la vida del jefe guerrillero Fidelito de la Cruz, que en la realidad era  Vicente Evangelista.   Su mujer, Leopoldina, jefa guerrillera, juró vengarse y con su propio revolver ajusticio al miserable de Carranza.  ¡Leopoldina-leyenda vive en el imaginario popular!


 





















  



EL CARNAVAL DOMINICANO PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD, DAGOBERTO TEJEDA ORTIZ.

EL CARNAVAL DOMINICANO: “PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD"              

    Dagoberto Tejeda Ortiz

En 1945, cuando la llamada “Segunda Guerra Mundial” estaba en sus últimos momentos, unos 51 países, ante el desastre colectivo y consecuencias catastróficas en que se encontraban las naciones envueltas en este conflicto, tomaron la iniciativa de realizar una conferencia internacional en San Francisco para buscar soluciones y para tomar medidas preventivas para que esto no sucediera nunca más y prevaleciera la  paz.  


La República Dominicana fue uno de los países fundadores de este organismo internacional, membresía que ha mantenido desde entonces, compuesto hoy en día por 195 países de todos los continentes, siendo el foro internacional más importante del mundo.


Resultado de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas, adscripta a la misma, fue creada la Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Culturas, conocida por sus siglas como “UNESCO”, con sede en París, Francia, cuyo Embajador Dominicano actual en la misma es el prestigioso intelectual y escritor, poeta, Andrés L. Mateo, el cual presidió recientemente la Comisión de Educación de la 4ta Conferencia General de esa organización.


En la promoción, difusión y defensa del saber científico mundial, la educación, el arte y la cultura, una de las acciones más trascendentes de la UNESCO ha sido la elaboración del  listado de los patrimonios orales e intangibles de la humanidad, entendiendo el patrimonio como  “el conjunto de  bienes materiales e inmateriales que se hallan fuertemente vinculados con la identidad social y cultural de una comunidad, recibidas de generaciones pasadas”.

En la actualidad, han sido consignados 1154 patrimonios de la humanidad por parte de la UNESCO, de los cuales existen 897 a nivel cultural distribuidos en 167 países.  Dominicana cuenta con cinco patrimonios de la humanidad en el listado de la UNESCO: Ciudad Colonial de Santo Domingo (1990), Espacio Cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella (2001), La tradición del Teatro Bailado Cocolo (2005), Música y Baile del Merengue (2016) y Música y Baile de la Bachata (2019).


Increíblemente se han hecho esfuerzos institucionales valido en algunas oportunidades para otros patrimonios, como por ejemplo en el 2001, se depositaron 7 solicitudes a la UNESCO para la declaratoria de patrimonios, sin que se la diera seguimiento.  En este listado se consigna  el Parque Natural de Jaragua, Jacagua, antigua villa de Santiago de los Caballeros, la ciudad de Montecristi, la Vega Vieja, la Ciudad de Azua, Centro Cultural de Puerto Plata y el Palacio del Ingenio Azucarero de Palavé.  En el 2002, el Ingenio Azucarero Boca de Nigua, el Ingenio Azucarero de Sanate y el Ingenio Azucarero de Duquesa.  ¡La indiferencia y el silencio ganaron la partida!


En el listado mundial de patrimonios culturales de la UNESCO, tenemos 6 carnavales:  El carnaval de Río de Janeiro, en Brasil,  el Carnaval de Callao, Venezuela, el Carnaval de Oruro, en Bolivia, el Carnaval de Basilea en Suiza, el Carnaval de Pasto, en Colombia y el Carnaval de Barranquilla en Colombia.


Ocurre que el carnaval de la ciudad de Santo Domingo, el más antiguo de América, recreado hasta hoy, no está contemplado en este listado a pesar de varias iniciativas, por inercia,  por desidia  y falta de interés de casi todos los incúmbentes del Ministerio de Cultura.  En el 2017, quien suscribe, le entregó una carta al Ministro de Cultura Pedro Vergés para que el Ministerio de Cultura solicitara a la UNESCO que el carnaval dominicana fuera declarado patrimonio de la humanidad.  El Ministro contestó afirmativamente, pero hasta ahí llegó la propuesta.  No se tomó ninguna medida para que esto fuera una realidad.  

 

Carlos Esteban Deive, tomando como testigo al fiscal de la audiencia de Santo Domingo colonial, afirmó que el carnaval de la ciudad de Santo Domingo surgió en 1578, aunque en función de algunos documentos reconoció que ya existía 25 años antes, o sea en 1553.  El maestro Fradique Lizardo, cita la realización de un baile de carnaval en Las Casas Reales en 1535.  El antropólogo dominicano, Marcio Veloz Maggiolo afirmó que el carnaval está vigente en la ciudad de Santo Domingo desde el siglo XVI, aunque no especifica ninguna fecha y Manuel Mañón de Jesús Arredondo, Historiador de la Ciudad, plantea que el carnaval colonial ya existía antes de 1520, lo cual lo convierte en el “Primer Carnaval de América”, a pesar de que el Comité del Carnaval vegano (COCAVE) y la Unión de Carnaval Vegano (UCAVE) proclamaron que en La Vega había carnaval en 1510, afirmación negada por el investigador vegano Francisco Torres Petiton, el cual lo remite al siglo XIX.  


El carnaval en el periodo colonial en la ciudad de Santo Domingo realmente era una catarsis social.  Con un sistema monárquico autoritario y una ética puritana de un cristianismo medieval vigente, las restricciones y controles sociales eran arbitrarias y regidas en la vida cotidiana, entraron en contradicciones con una élite que asumía poder real con el desarrollo de la industria azucarera.  El camino fue carnavalear las festividades, por el espacio de tolerancia que implicaba la libertad del mismo: El aniversario de la fundación de la ciudad, la fiesta de San Juan Bautista, la celebración de una batalla militar o la coronación de un rey en la metrópolis, terminaban en carnaval.


Todas las clases sociales participaban del carnaval, que culminaba en las noches en la Plaza de Armas, hoy Parque Colón y con bailes exclusivos y excluyentes en el Palacio de las Casa Reales, que chocaban con los bailes de escándalos de los jóvenes estudiantes de la universidad.  El carnaval era la gran fiesta de la colonia.

  

Si somos la sede del carnaval del “Nuevo Mundo”, que ha sobrevivido y se ha recreado históricamente, dominicanizandose, convirtiéndose en símbolo de creatividad  y de libertad, con esencias populares, expresión de identidad, tiene todos los méritos para ser declarado e integrado al listado de la UNESCO como “Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, lo cual sería un reconocimiento histórico y un recurso turístico invaluable por ser el “primer carnaval de América”.










martes, 10 de enero de 2023

Contra el olvido, RENÉ FORTUNATO PASIÓN POR LAS IMÁGENES Y AMANTE DE LA HISTORIA, por Dagoberto Tejeda Ortiz



RENÉ FORTUNATO: PASIÓN POR LAS IMÁGENES Y AMANTE DE LA HISTORIA  

  Por: Dagoberto Tejeda Ortiz

Cuando escaseaban las palabras, garabateando en la escuela, al descubrir los lápices de colores  comenzó a dibujar donde quiera que estaba.  En silencio, se paraba en pleno sol a contemplar las siluetas de los transeúntes en las aceras.  La pasión por las imágenes era una obsesión para el niño René Antonio Fortunato en los barrios populares de la ciudad de Santo Domingo.

Cuando la magia produce el milagro de la ficción, con una velita y una foto periodística jugaba con hacer cine proyectando  imágenes imaginarias en la sublimizacion de la realidad. Cuando aparecieron los pantalones largos, con apenas 17 años de edad, había nacido en el 1958, estaba haciendo realidad sus sueños, se integró al mundo de las imágenes en la Productora Fílmica Dominicana y tres años después ya dirigía el Departamento de Sonido.

Creció tanto y tan rápido, que ya a partir de 1979 era director de producción en varias cadenas de televisión, sin descuidar sus estudios universitarios y en el 1985 obtuvo el título que lo acreditaba como Licenciado en Comunicación en la UASD, dedicándose en varios medios de comunicación  -periódicos-radio-televisión- a la crítica de cine, compartiendo espacio con el siempre recordado crítico de cine, Arturo Rodríguez Fernandez.

René sabía que su superación dependía mucho de su formación, por eso, realizó una pasantía en la producción televisiva en Venezuela (1979) y en 1987, participó en un interesante  taller sobre guion y dirección en la Escuela Internacional de Cine San Antonio de los Baños en las cercanías de La Habana, uno de los centros más prestigiosos del Caribe, donde participaban los más grandes directores de cine e intelectuales de Americalatina y del mundo.  En una visita realizada por nosotros a esta escuela, compartiendo con el exitoso director cinematográfico dominicano, Juan Basanta, ofreció una conferencia magistral sobre la elaboración de guiones, el inmenso escritor García Márquez. 

René, ha estado presente en las principales cadenas de televisión como tele Antillas, Rahintel, Color Visión y Radio Televisión Dominicana en la producción y dirección de exitosos programas como en la actualidad  acontece con “Camino Real”, siempre con una visión pedagógica-educativa, en su dimensión histórica-política-social, en la definición de nuestra identidad nacional y en revalorización de protagonistas destacados, patrimonios y héroes de la nación, así como gestas patrióticas, los cuales debían ser distribuidos en la escuela y en los medios de comunicación social. 

La producción audiovisual, en cine, radio y televisión de René es enciclopédica.  Por ejemplo, en 1985, apareció el corto metraje “Tras las huellas de Palau” dando a conocer un pionero documentalista olvidado y dos años después, siguiendo los caminos del arte revalorizó a Frank Almanzar con “imágenes de un artista”.  Pero la historia era una tentación para René a partir de su redefinición del papel del cineasta en una sociedad como la nuestra.  Entendió la necesidad de que la historia debía de dejar de ser una memorieta, una abstracción, teniendo como desafío el enfrentar una historia escrita al revés que se ha enseñado por generaciones a nivel oficial en las escuelas e incluso en las universidades, creadoras de Cidí, con ausencia de criticidad, las cuales enseñan a repetir y no a pensar.

La respuesta tenía que ser subversiva, una ruptura con la tradición de un cine de evasión, comercializado, elaborado para el ocultamiento de la realidad y para la invisibilización de nuestras gestas patrióticas y la mitificación de nuestros héroes.  La epopeya del siglo, la Revolución del 24 de abril del 65, donde la osadía de un pueblo mostró el heroísmo y la determinación de ofrendar la vida por la patria, fue el objeto, luchando contra el olvido y la distorsión oficial, al producir “Abril, la Trinchera del Honor”, un largo metraje donde la historia se convierte en pedagogía y la epopeya en historia.

Con este largometraje René levantó las banderas de la subversión ideológica, definiendo  su camino como creativo de imágenes, apasionado por la historia, para no ser cómplice de la evasión y hacer del cine  un compromiso con la verdad, la historia y la patria.  

Por eso, sus próximos trabajos fueron contestarios y desmitificadores de la dictadura Trujillista, en tres entregas y la la Era de Balaguer en dos, revalorizando por el contrario la heroicidad popular y destacando la figura inmensa de Juan Bosch como Presidente en la frontera imperial. 

Pero René no es solamente un artista, un ideólogo de imágenes con dimensiones históricas-educativa, sino también un escritor comprometido intelectualmente con su país. Basta con leer su libro más trascendente, con aportes invaluables, como el de la gesta patriótica de la Revolución de abril del 65: “Una Primavera para el Mundo”.

Al cumplirse el 16 de este mes de diciembre 50 años del desembarco guerrillero de Playa Caracoles con Francisco Alberto Caamaño Deñó y sus compañeros los cuales, entre arroyos y  montañas se internaron  en las entrañas de la historia, con la pasión de la gloria.  René, anuncia al país su nuevo largometraje sobre la transformación de Caamaño militar en guerrillero, en una revalorización de esta gesta y la exaltación del “Coronel de la Gloria”, para que abril deje de ser un pasado narrado novelísticamente y  que sea siempre una tentación para el pueblo.

¡René, el niño que perseguía imágenes, atrapó a la historia para evitar el olvido!





Leonardo Durán, Contra el olvido, por Dagoberto Tejeda Ortiz.

CONTRA EL OLVIDO: LEONARDO DURÁN

   Por Dagoberto Tejeda Ortiz

Leonardo Durán, abrió los ojos con un pincel en la mano y la sonrisa del “colega” Leonardo da Vinci, en Sajona, San José de las Matas, en la primavera de 1957. Su catálogo de pintura fueron los imponentes paisajes de un Caribe ardiente, acorralado de pinos grises con verde y colibrís llenos de ternura, con sombreadas caderas femeninas para el grabado de banderas subversivas.

Como todo artista, sus sueños eran más grandes que las realidades. Con un hasta luego miró un amanecer que lo llenó de nostalgia y con una maleta amarilla con verde, se refugió en una guagua publica que era parte de su niñez llegando sin respiración a la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo, donde las calles eran historias y los monumentos leyendas.

Leonardo sabía que el artista nace, pero para trascender tiene que formarse. Todo su arte inicial quedaba como recuerdo en Sajona. Debía perfeccionarse, crecer y escoger su camino artístico. Con pasión y muchos esfuerzos entró a la Escuela Nacional de Bellas Artes, graduándose de Profesor de Dibujo. Le nacieron alas, para volar en busca de sus sueños, magia y fantasía, tenía que convivir con las galaxias y se agarró de la mano de la maestra uruguaya Leonada González para profundizar en el grabado, ante una mirada de invitación se inscribió con la artista y maestra dominicana Rosa Tavarez para encontrarse con el grabado en metal, algo novedoso, y para terminar este ciclo entró al campo mágico de la litografía, con el maestro artístico dominicano Miki Vicioso.

A partir de ahí realmente el arte trascendió para la docencia, en una dimensión educativa, donde la pedagogía convierte la generosidad de dar en aprender, enseñando en la Escuela Nacional de Artes Visuales y en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), su casa artística donde tenía un taller permanente de docencia, investigación y creatividad.

Leonardo era un docente, un maestro consagrado, apasionado, que hizo de su profesión de dibujante, grabador y educador, un sacerdocio. Su taller era un templo de permanente rituales y ceremonias para la creación artística y para la enseñanza. Cada vez que lo visitábamos, era como si fuera la primera vez, apasionadamente nos enseñaba todo lo creado, todo lo nuevo, su rostro se transformaba y hasta cambiaba la voz, con el orgullo de un hacedor, de un padre, de todo lo convertido en arte. ¡Dormía de noche y soñaba de día!

Su vida profesional, su quehacer artístico fue trascendente, tal como pudimos observar en su 




Exposición individual sobre la “Pasión Gráfica” (2008) en la Sala Ramón Oviedo del Ministerio de Cultura y la realizada en la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), (2008) sobre “Tocar un Cuerpo”, que sorprendió por su calidad y su atrevimiento visual y temático.

De igual manera, con su visión de compartir con los otros, participó en diversas exposiciones colectivas: en el Museo de Arte Moderno, con su “Magia de Papel”; “De Estampa a Estampa” (2018), en el Centro Cultural Banreservas y “Celebración Gráfica a la Cuentistica de Juan Bosch” (2019) en la Capilla de los Remedios de la Zona Colonial de la ciudad de Santo Domingo.

Con la humildad de los grandes artista y mejores seres humanos, sin hacer ostentaciones, en1989 obtuvo el Premio de Grabado de la Escuela de Artes Plástica de San Juan, Puerto Rico; Mención de Honor (1992) en el XVI Concurso de Arte E. León Jiménez; Mención de Dibujo (1993) Galería Arawak y el Museo de Arte Moderno; en la XXIV Bienal Nacional de Artes Visuales, fue escogida su obra “La Diablona” y Premio de Grabado en la XIX (2021) Bienal Nacional de Artes Visuales, con su obra, “Yo, Adán”.

Para prevenir la tentación del olvido, una escuela, un aula, una calle de Sajona en San José de las Matas, deben de ser honrados con su nombre, lo mismo que la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, debe bautizarse su taller con su nombre, un aula o una Catedra Extra Curricular, porque además de ser un excelente artista, fue un magnifico dibujante, un exitoso grabador y un mejor docente. ¡Fue un maestro!

Callado, para no hacer ruido y llamar la atención, a pesar de sus dolores de una enfermedad no deseable como el cáncer, Leonardo, en la mañana de este sábado 24, antes de que saliera el sol, se fue a dibujar, hacer litografías, a grabar los luceros y las estrellas entre luciérnagas en un espacio de eternidad. Nosotros, en nuestra tertulia de todos los lunes, donde él participaba, estaremos tristes, con un frio en el alma por su ausencia.  

En el próximo encuentro dejaremos una silla vacía y le reclamaremos eso de irse sin decirnos adiós. Pero él va sonreír y nosotros sabremos que estará allí para siempre. Aun así, la nostalgia estará presente en nuestros corazones. La tristeza es muy profunda. Nos miraremos en silencio y todos oiremos a lo lejos, la voz de Alberto Cortez susurrando, con el corazón en pedazos:

“Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
                                                                 que no lo puede llenar
      la llegada de otro amigo”…

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Importancia y trascendencia de las historias locales por Dagoberto Tejeda Ortiz.

IMPORTANCIA Y TRASCENDENCIA DE LAS HISTORIAS LOCALES

              
                                              Dagoberto Tejeda Ortiz

Mi abuelito, mi tío Francisco y mi padre, José Manuel Tejeda Valera, eran zapateros en un barrio popular de Baní. Papá se graduó de bachiller, consiguiendo de inmediato ser nombrado profesor en el pequeño poblado de Las Calderas, convirtiéndose en su primer maestro, en las cercanías de la recién creada Base Militar de la Marina de Guerra en la década de los cuarenta, teniéndose que ir a vivir a esta comunidad con su familia. Pequeño, conocí las Dunas y el patio de la casa estaba que lleno de arena y aceitunos. 

Con sus ahorros, papá regresó a Baní y en un extremo del pueblo, organizó un colmado que quedó del lado del legendario y simbólico barrio de Villa Majega, donde viví varios años. Cuando comencé a ponerme pantalones largos, un día papá me llamó a un cuarto de la casa y me dijo muy pausadamente: “Hijo mío. Te he guardado por mucho tiempo este baúl que es mi tesoro”. Lo abrió lentamente y ¡estaba lleno de libros! ¡Papá era un lector incansable!  

Allí estaba la “Historia Dominicana”, de Don Antonio del Monte y Tejada, escrita en 1890; “Introducción a la Historia de Santo Domingo” de Fidel Ferrer, publicada en 1912, “Reseña de la República Dominicana”, editada por la Secretaría de Fomento y Obras públicas; “Recopilación de los Juegos Florales de La Vega Real” celebrados en 1924”, “Cotúi: Lo que es, lo que fue y lo que puede ofrecer”, de 1935; una conferencia de Rafael Damirón “Nuestro Sur Remoto”, de 1938; “Apuntes sobre límites, División y otros datos de la común de Imbert”, escrita por Alfredo Reyes en 1942; “Historia de la Concepción de La Vega”, escrita por Guido Despradel Batista, en 1938; folleto de Fredy Prestol Castillo sobre “Paisajes y Meditaciones de una Frontera”, editado en 1943.

“Descripción sobre San Cristóbal”, preparada para la Exposición Universal de París en 1889; “Historia de la División Territorial (1894-19439)”, escrita por Don Vicente Tolentino Rojas, con motivo del Centenario de la República y entre otros, “Reseña Histórica de Baní”, publicada por Joaquín S, Inchausteguí, en 1930.

Devoré sin hacer pausa, con curiosidad extrema, la Reseña de Inchausteguí, porque para mí era una revelación fascinante la historia de mi pueblo. Entonces sentí curiosidad por la de otros pueblos, produciendo en mí una pasión por las historias locales. Comencé a investigar, buscando en todos los lugares que visitaba y en 2016 mi colección llegaba a 385 libros y folletos sobre las realidades locales a nivel nacional, las cuales doné al fondo bibliográfico del Centro Cultural Perelló, a disposición en la actualidad para todos, incluyendo adicionalmente 355 números de la Revista Páginas Banilejas, y 34 libros sobre la vida y la obra sobre el Generalísimo Máximo Gómez, históricamente el más ilustre de todos los banilejos.

Las historias locales, así como aspectos específicos de sus realidades, son siempre expresiones del amor por su terruño, de su orgullo de pertenencia, escritas más con el corazón que con la razón. Normalmente son crónicas nostálgicas, con testimonios personales, de un pasado que es siempre presente, sin rigores académicos-científicos, con algunas excepciones, como por ejemplo la “Historia de Matanzas” del sociólogo Héctor Bienvenido Melo, ido a destiempo o la “Historia de Santiago”, del joven historiador Edwin Espinal.

Pero tienen la importancia y la trascendencia de aportar aspectos particulares, que están ausentes en las macro historias, contribuyendo de esta manera a completar la historia global, dándole niveles de especificidad, que incentivan al orgullo local.

Incluso, diversas investigaciones de investigadores e intelectuales, tomaron como su universo a barrios de varios pueblos, muy especial de la Ciudad de Santo Domingo como por ejemplo, “Una Obra de Progreso” por S. Azor, “De Soslayo”, de Rafael Damirón, “La Misericordia y sus Contornos”, de Francisco Veloz, “Villa Francisca”, de su hijo, Marcio Veloz Maggiolo y últimamente en el 2020, “Indigenismo, Carnaval e Identidad en Dominicana”, de Dagoberto Tejeda Ortiz, que es la historia de la comparsa de carnaval de “Los Indios de San Carlos”, fundada en 1942, con un teatro callejero, cuyo contenido es único en el Caribe y América.
 
Con esas preocupaciones, en 1974, hace 48 años, escribí “Mana, Movimiento Mesiánico Abortado”, un libro que recoge la historia de Bibiana de la Rosa, una legendaria curandera en las montañas entre San Cristóbal y Baní, luego “Cultura y Folkore de Samaná”, una recopilación de varios autores sobre su historia, su cultura y su evolución. 

Con el tiempo, Dagoberto Tejeda (algunos con otros autores), ha publicado el libro sobre “San Juan Bautista y la “Sarandunga de Baní”, “Economía y Carnaval en la Vega”, “Chuines, Boleros y Sarandunga en Baní”, “El Folkore, la Gastronomía y la Identidad de Samaná”, “Historias locales y la Historia Nacional”, “El Almanaque Folklorico Dominicano”, el “Calendario Folklorico Dominicano” y “Festividades de la Cultura Popular Dominicana y Símbolos Nacionales”. Además, “Economía y Carnaval en La Vega”, “Interrogantes del Carnaval Vegano: Tres versiones”, “El carnaval Domiciano: Antecedentes, Tendencias y Perspectivas”, donde hay una descripción de todos los carnavales locales.

En el 2017, por iniciativa y con la coordinación de Dagoberto Tejeda, la Dirección General de Cultura de la UASD, aprobado por el Consejo Universitario, fue celebrado un “Encuentro Nacional de Historias Locales”, con historiadores pueblerinos, investigadores, estudiantes y profesores, con ponentes de calidad y prestigio, como por ejemplo, el historiador, maestro, Frank Moya Pons.

Reiteramos, la importancia y la trascendencia de las historias locales, como expresiones que complementan y enriquecen las macro historias, haciendo más completa y atractiva la historia nacional.  

A pesar de eso, es una gran pena que la enseñanza en las escuelas y colegios, ni siquiera en las universidades, contemplen en algunas carreras la enseñanza y divulgación de las historias locales, sobretodo en sus extensiones, con la cuales habría un mejor conocimiento nacional y para contribuir a estimular un mayor orgullo por sus pueblos.








jueves, 29 de septiembre de 2022

Dedican Festival Cultural a Dagoberto Tejeda Ortiz.

*Ayuntamiento Santo Domingo Este anuncia Tercer  Festival Folklórico Fradique Lizardo 2022*

DEL 28 AL 30 DE OCTUBRE EL PÚBLICO DISFRUTARÁ GRATIS PRESENTACIONES ARTÍSTICAS DE CUBA, MÉXICO, PUERTO RICO, CHINA, VENEZUELA Y REPÚBLICA DOMINICANA
 
El Ayuntamiento de Santo Domingo Este invitó a todas las familias del municipio y del país a disfrutar totalmente gratis de la tercera versión del Festival Folklórico Internacional Fradique Lizardo, a celebrarse del 28 al 30 de octubre,  con la participación de grupos artísticos y culturales de México, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, China y República Dominicana. 

En la rueda de prensa de convocatoria el alcalde Manuel Jiménez explicó que este año el festival estará dedicado al maestro del folklore dominicano, Dagoberto Tejeda, y se celebrará en las instalaciones de la Parada de la Cultura (al lado del parque Mirador del Este y el parque Los Tres Ojos).

El evento es abierto al público y contará con un personal permanente que garantizará un ambiente organizado y seguro para la sana recreación familiar. 

“Durante tres noches aquí, en Santo Domingo Este, todos podremos disfrutar de las mejores expresiones folklóricas de nuestro país y cinco naciones hermanas.
Niños, jóvenes y adultos están invitados a esta gran fiesta del arte y la cultura. Les esperamos”,
 dijo el alcalde Manuel Jiménez, quien se hizo acompañar del maestro Dagoberto Tejeda; del antropólogo Eddy Sánchez; y el director de Cultura del Ayuntamiento, Guillermo Martínez.

En el Festival, además de los grupos de baile y canto internacionales, los presentes disfrutarán de puestas en escena de grupos locales de son, merengue típico, salves, carnaval, atabales, entre otros. 

El Festival Folklórico Fradique Lizardo también contará con una serie de eventos educativos y de reflexión cultural que se llevarán a cabo en diferentes puntos del municipio. 

Dagoberto Tejada
El maestro Dagoberto Tejeda es un intelectual dominicano nacido en Baní, provincia Peravia. Es sociólogo y escritor. Profesor meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), miembro de la Academia de Ciencias. Ha sido galardonado con la orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero. 

Es uno de los más importantes estudiosos del folklore dominicano y del Caribe. 

Santo Domingo Este, 28 de septiembre del 2022

miércoles, 31 de agosto de 2022

Lena: LA primavera de la identidad. Por Dagoberto Tejeda Ortiz.

LENA: LA PRIMAVERA DE LA IDENTIDAD

                                                                Dagoberto Tejeda Ortiz


En la vorágine de los doce años fatídicos Balaguerista, después de la odisea de Abril del 65, cuando  el pueblo creó la epopeya y nació la leyenda en la lucha por la libertad y la soberanía nacional, el movimiento de la nueva canción dominicana se volvió espiral. Surgió el grupo Expresión Joven Nueva Forma, Convite, Licuan, Lodo, integrándose los grupos culturales de la UASD en una diversidad de expresiones contestarías. Se hizo presente el modelo musical de la Nueva Trova Cubana, del cantautor y las guitarras, con algunos grupos muy  intelectualizados, donde las letras eran denuncias y la poesía era protesta. ¡La lirica la ganó a la música!


Entre los grupos musicales de esta Nueva Canción, Convite optó por el camino del folklore, por los senderos del campo, donde la resistencia cultural tenía siglos, rencontrando esencias, raíces,  música y cantos enclaustrados, raptados e invisibilizados por una élite  neo colonizada.  Convite se convirtió en escuela, para darle contenido a los símbolos.  El camino de la nueva canción popular dominicana era la fusión, que enriquecía y redefinía la identidad con destellos de dominicanidad.


Otros cantores y cantoras, porque cambiaron los tiempos, tonaron los signos de los nuevos caminos de la creatividad, para asumir la tentación de la identidad.  La Bachata se llenó de esencias barriales y el merengue se puso traje y zapatos nuevos.  ¡Los ancestros populares pueden ser ultrajados,  pero no desaparecen jamás!  ¡Surgen nuevas propuestas y nuevos caminos, como Luís Días, Víctor Víctor, Sonia, Roldán, Xiomara, Manuel Jiménez, Rita Indiana o Juan Luis Guerra, en un país, que cuando se ocultan las estrellas en una noche sin luz, amanece más claro!


En el Centro Cultural Banreservas, el espacio de más actividad artística-cultural, con mayor diversidad del país en este momento, en la magia nostálgica de un impactante patio español, en la zona colonial, donde las piedras son símbolos, una noche llena de estrellas resplandecientes, una hermosa voz recorrió los espacios siderales de soñadores  amantes de la vida, que llegó a lo infinito del universo en espontaneas tentaciones de asombro.


(Una francesa que al venir a vacacional se enamoró de un “moreno”  que la volvía loca. Inexorablemente llega la despedida y la tragedia es para los dos. La separación se tornó insoportable y ella regresa de nuevo y sorpresivamente se encuentran frente a frente.  Cuando hay amores fugases, el silencio prevalece en el reencuentro.  El baile se convierte en pretexto y la emoción en catarsis).  El abrazo se tornó necesario y esa noche, se oyó una voz que cantaba:    


“moreno mío, agárrame la mano

y cáete en mis brazos”.


Era la voz de Helena Dardelet, que todo el mundo la conoce por Lena, una artista de 23 años, nacida en Francia, pero desayunando con mangú, queso blanco con aceite verde desde niña, saludaba el salitre del Atlántico, en Cabarete,  Puerto Plata, la cual, pasaba horas  cantando bachatas bajo la sombra de un cocotero, repitiendo una y otra vez, un CD de bachata con Raulín Rodríguez y Zacarías Ferreira. Creció, hizo un paréntesis y se fue a Montreal, Canadá, por cuatro años a estudiar música y se lanzó al canto en el 2018, con una producción bilingüe que señalaba las dimensiones de su osadía: “Jazz y Folk”, la ruta de la fusión en el camino de la identidad.


Como las estrellas que brillan, Lena rápidamente se convirtió en una referencia refrescante, con una hermosa voz, un carisma juvenil impactante, personalidad enigmática, contagiante, con composiciones, poesía y música impresionantes, con sonidos definidos de sintetizadores, con elementos de trap y sobre todo con una fusión con ritmo de boleros, balada, pambiche, jazz, merengue y bachata, produciendo nuevas dimensiones sonora con el enriquecimiento de diversas expresiones en la definición alternativa de la canción popular dominicana, haciéndole honor a las rices, base de la identidad y afianzando la dominicanidad. 


Lena con una hermosa voz, que me recuerda a Ellis Regina en Bossa Nova, impacta con sus timbres sonoros en canciones como Juana Mecho o Marola, dándole un toque particular, con estilo y emoción a estas canciones para recordar a Luís.  Lena, además de carismática cantora,  es una fascinante autora de  aventuras de amor y desamor, donde prevalece la ternura.  Lena, es una amante del amor como expresión sublime, capaz de producir milagros y asombros.


La sensibilidad de Lena reverencia a su madre, en una tierna y hermosa canción, resumida en su vida cotidiana, pero con cariño, respeto y admiración.  La contempla y proclama:


“Quién es esa señora linda”.


“Mírala como ella camina

todo el mundo la mira”.


“Mírala como ella baila

a su manera

y se menea de aquí pa allá”. 


Estamos antes el surgimiento de una cantautora que sabe lo que dice y sabe lo que quiere, que se ha convertido en lucero  en el cielo, la tierra y la vía láctea.  Basta disfrutar sus canciones, para saber que estamos ante algo diferente, sutil y hermoso, estamos ante una nueva forma de cantarle al amor y a la vida, estamos en la primavera de la identidad de la canción popular dominicana.


El que la ve y la escucha cantando, queda hechizado, en trance, fascinado. Repitiendo con ella, a ritmo de una bachata excepcional de su autoría:

                                                          “Hay mamá hasta el fina  hasta el final”, hasta el final”…






miércoles, 20 de julio de 2022

Oscar Grullón visto por Dagoberto Tejeda Ortiz

OSCAR GRULLÓN: EL HACEDOR DE IMÁGENES Y EL CONSTRUCTOR DE SUEÑOS

                        Dagoberto Tejeda Ortiz

La industria cinematográfica en el capitalismo tiene la finalidad del lucro, de la reproducción del capital y el de afianzar al sistema social vigente, a través de la alienación de los sectores populares, escondiendo las contradicciones sociales y reproduciendo falsas utopías.  Permiten excepciones por intereses mercadológicos, inducidos por las preferencias del público. 

A finales de la década del 60, los jóvenes intelectuales brasileños estaban muy ligados a las vanguardias del cine-verdad francés y del surrealismo del cine italiano, con escritores como Bertoh Brecht y Antonio Gramsci, los cuales buscaban caminos inéditos y reflexiones críticas sobre las conceptualizaciones y contenidos de la producción y el papel de la cinematografía.  El cine comercial tradicional brasileño, era de fisión y de evasión, de un esteticismo huérfano de lo “feo” y saturado del amor de Corín Tellado: Al final, “todos vivieron muy felices”.

 Había antecedentes. Al final de la década de los cincuentas comienzan a darse atrevimientos, profanaciones de rupturas con la película “Río, 40 Grados” (1955) de Nelson Pereira  Do Santos, con “Os Cafetajestes”, de Rudy Guerra y “Barravento”, (1962) de Glauber Rocha, con la cual realmente nace el Cinema Novo (Cine Nuevo) brasileño.

En 1963, Glauber Rocha escribió un ensayo sobre “La revisión Crítica del Cine Brasileño”, que definió una filosofía y conceptualizaciones sobre el “Cinema Novo”, que revolucionó la dimensión cinematográfica existente, ideologizada, con un profundo contenido político y una asumida de conciencia subversiva, acogida por una nueva generación de jóvenes cineastas.

El Cinema Novo Brasileño no era una moda, sino una filosofía, a partir de la propuesta de Glauber Rocha con sus tesis sobre “La Estética del Hambre” y la Estética del Sueño”. La clave para comprender a las y los brasileños, así como a los latinoamericanos, según él,  es a partir de la existencia del hambre y de la miseria, responsables de la violencia, pero de una violencia santa, por la indignación y repudio que se produce cuando se asume conciencia de las misma.  Ambas, el hambre y la miseria, no son castigos divinos sino es el resultado de un sistema de desigualdad y de represión, deshumanizado y de un imperialismo insaciable.

La mujer y el hombre oprimido, con sus costumbres, sus realidades, sus creencias, su religión, sus frustraciones, sus sueños y sus esperanzas son el contenido del Cinema Novo Brasileño, donde afloraban las contradicciones sociales.  Su contenido era el drama de la cotidianidad, por eso, sus personajes eras feos, despeinados, rotos, sin afeitarse los hombres y sin poses, fingimientos,  maquillaje y perfume las mujeres. Eran seres humanos insertados en sus contradicciones y conflictos, el hambre, la miseria, su espiritualidad, su misticismo y su vida cotidiana tal y como eran.

 El Cinema Novo, impactó a la sociedad brasileña, sacudió  sus cimentos, con producciones como “Dios y el Diablo en la Tierra del Sol” y “Tierra en Transe”, de Glauber Rocha, sumado a producciones profanadoras de otros cineastas, hicieron que la dictadura militar acorralara los financiamientos y deportara productores para asesinar al Cinema Novo.

El regresar a Dominicana en 1968, me encontré  con la “dictadura ilustrada” Balaguerista, con censura y represión, donde diversos comunicadores comprometidos la desafiaron y gran parte de los medios de comunicación social jugaron un papel de denunciantes.  Igual pasó con algunos artistas militantes de la verdad y de la justicia e instituciones como la UASD, que convirtieron el arte y la cultura en espacios contestarios con la Rondalla, el Coro y la poesía coreada.

Para poner un ejemplo, surgió la figura imponente del artista y promotor cultural Silvano Lora, irreverente y profanador, comprometido y contestario con sus performance del Conde, sus bienales marginales y sus letreros subversivos, redefiniendo el papel y el compromiso del artista y del arte con su pueblo.  

En su equipo, había un quijote, Oscar Gullón, artista excepcional del lente, que comprendió que el arte en una sociedad como esta debía de estar comprometido, que debía de ser denunciante y subversivo, utilizando el lenguaje particular cinematográfico, con códigos y símbolos que expresara la verdad sin prejuicios, definiera una estética popular, que revalorizara al folklore y a la cultura popular.

Oscar Grullón, en cientos de reportajes, documentales  y videos, reprodujo las esencias sin maquillajes de los barrios populares, de poblaciones marginales, mujeres hermosas con sus rolos plásticos de colores, callejones llenos de basuras, charcos de agua y puestos de frituras, sin pudor, con conciencia de indignación pero con dignidad.  Pero Oscar fue más lejos, al revalorizar  creencias ancestrales, mostrando a los Congos, los Guloyas, la Sarandunga, definiendo personajes y artistas populares como La Reverenda y Enerolisa, al impactante de Duluc y la imponente figura de Xiomara Fortuna, en la medida que elaboraba un catálogo de nuestra identidad.

Oscar iba más allá de la indignación, exponiendo las herencias y la dignidad de seres humanos creadores, iluminados, excluidos y no valorizados por un sistema de exclusión, revalorizando las virtudes de los sectores populares.  El hablaba por los que no tenían donde expresarse y mostraba las riquezas de todo lo invisibilizado, con imágenes impactantes, con extraordinario contenido, con calidad cinematográfica y con una impresionante sensibilidad humana-artística-cultural.  

En el reconocimiento realizado por la Fundación  COFRADIA, hace unos días, los participantes llegamos a la conclusión de que la obra cinematográfica, su extraordinario trabajo de simbolización, contendidos e imágenes de Oscar es patrimonio nacional, exaltación de la identidad, del folklore y la cultura popular dominicana, patrimonio del pueblo, fuente para estudiantes, maestros, investigadores, expresiones para conocernos mejor y sentirnos orgullosos de nuestra dominicanidad.  ¡Oscar Grullón es el Glauber Rocha Dominicano!