EL DÍA QUE FIDEL ME PREGUNTÓ POR MÁXIMO GÓMEZ.
Dagoberto Tejeda OrtizCon el apoyo del Comandante Hugo Chávez, el de la boina de la dignidad, colocó un avión con su personal al servicio del Dr. José Francisco Peña Gómez, uno de los líderes de masas más trascendente de la historia Dominicana, el cual fue acompañado por una significativa delegación a una visita solidaria con la revolución cubana, que al mismo tiempo era un desafío al proceso de ahogamiento y aislamiento norteamericano, en la cual fue recibido con la distinción de un Jefe de Estado y sus acompañantes como una delegación oficial.
Peña Gómez realizó varios encuentro con Fidel, el Comandante en Jefe, el líder Máximo de la Revolución Cubana, donde la Dra. Milagros Ortiz Bosch realizó con él, en “Hablan los líderes”, una entrevista de antología. Gracias a Julio Mariñez y a Peña Gómez, fui un privilegiado miembro de esta delegación.
Una mañana, cuando despertaba el Malecón y la ciudad colonial de la Habana, llegamos al impresionante Palacio de la Revolución, con su ambientación simbólica sobre Sierra Maestra, donde Fidel ofreció una trascendente conferencia de varias horas sobre el panorama internacional, la lucha antiimperialista de los pueblos y los avances de la Revolución Cubana.
Fue impresionante su contenido. Todo el mundo estaba fascinado por sus conceptualizaciones y el desarrollo de la misma. Sin dudas, estábamos frente al líder más carismático del mundo, el orador más impresionante que muchos de nosotros había escuchado en su vida. Nadie miraba el reloj, nadie miraba para otro lado. Todo el mundo sentía la necesidad de que nunca acabara. El tiempo dijo adiós y había un auditorio absorto y ensimismado. Fidel nunca lucía cansado o fatigado, su rostro ofrecía paz, su sonrisa era refrescante, su rostro parecía en trance, sus ojos se iluminaban con una aureola de tranquilidad. ¡Fidel era fascinante! ¡Estaba en la vía latea de Silvio!
Después de la conferencia magistral nos trasladaron a un salón de recepción, sin sillas, todo el mundo estaba de pie y conversaba sin protocolo, de manera espontánea y libre. De pronto Fidel entró al salón y comenzó a intercambiar con todo el mundo como si fuera otro invitado. Yo lo miraba de lejos, lo admiraba tanto, que no me atrevía a ir a saludarlo, a conversar con él. Su personalidad era impresionante y su sentido de humor era la antítesis del orador, del maestro, del líder, que acaba de ofrecer una conferencia magistral, personalizado en la aureola de jefe guerrillero de la revolución cubana, el Comandante en Jefe.
Jesús Rivera, el excelente comunicador social, le habló a Fidel sobre mi trabajo académico-científico-cultural, sobre el Grupo musical de Nueva Canción “Convite” y de mi “banilegismo”. Yo no sabía nada de esto. En un momento dado, abro los ojos más de la cuenta, se me paralizó la respiración, me quedé sin habla y frente a mi estaba la figura legendaria de Fidel. Después de un saludo, le digo que soy banilejo, que mi casa hace patio con el solar del generalísimo Máximo Gómez y que mi abuelito, con más de cien años de edad, lo conoció. Fidel quedó muy impresionado, hizo un breve silencio y me comenzó a preguntar detalles personales de Gómez, incluso sobre lo que bailaba el Generalísimo. Su sonrisa y su espontaneidad me tranquilizaron y yo le pregunté: ¿Comandante que significa la figura de Máximo Gómez para Usted?...
Su rostro se transformó y sus ojos se iluminaron. Hizo un poco de silencio y me respondió: “Máximo Gómez fue el maestro de todos los cubanos que enfrentaron al imperialismo español, nos enseñó el arte de la guerra de guerrilla, el uso mortífero de un machete justiciero, su conocimientos fueron determinantes para las guerras Independentistas. Y cómo yo iba a organizar exitosamente la lucha revolucionaria sin el conocimiento y la aplicación de las tácticas y estrategias guerrilleras del genio militar de Gómez.
Gómez no enseño todo lo posible de la guerra de guerrillas. Cómo iba yo a ignorar sus hazañas de enfrentamiento a un ejército regular con la guerrilla en una desproporción tan grande en hombres y armamentos en los enfrentamientos militares. La guerrilla era el único camino para ganar. Si en las academias militares cubanas, mexicanas y en diversos países de Europa, como Alemania, todavía se estudia las acciones militares de Máximo Gómez, cómo yo podía ignorarlas. La “campaña circular”, la “campaña de la Reforma” y la “tea incendiaría”, fueron conocimientos determinantes para nosotros. Las enseñanzas de Gómez fueron también esencia de la Revolución Cubana”.
Realmente estas palabras como banilejo y como dominicano me impactaron, sonreí, le di las gracias por este testimonio, me quedé en silencio, fui a una ventana, se me salieron las lágrimas de alegría y de orgullo. Recordé entonces cuando el periódico inglés The London News, llamó con mucho acierto a Máximo Gómez el “El Napoleón de las Guerrillas”.
Radhames Hungría Morell, estudioso militar, concluyó que Máximo Gómez es “el más excelso militar de la guerra de guerrilla”. Para Euclides Gutiérrez Félix, “el más grande jefe guerrillero de todos los tiempos”.
Y para Juan Bosch, “ni antes ni después ha nacido en esta tierra un hombre de la estatura de Máximo Gómez”. Gómez, fue un genio militar, una patriota internacionalista que fue a pelear por la libertad cubana, que creía en la independencia antillana, es, un orgulloso dominicano y un banilejo ejemplar.
Su amor por la libertad, su compromiso revolucionario era tan grande, que al caer Martí en el campo de batalla en Dos Ríos, expresó: “Martí ha muerto y todo el campamento está de duelo, pero la revolución seguirá y Cuba será libre”. Y posteriormente con Fidel, así fue.
La admiración de Fidel por el Generalísimo Máximo Gómez lo engrandecía, cuando me despedí de él, apenas le podía mirar el rostro, había crecido. ¡Era un inmenso gigante casado con la gloria!