Teófilo Quico Tabar
La paz es el producto de la voluntad y la acción eficiente y decidida de todos los miembros de cualquier sociedad. Lógicamente con mayor parte de responsabilidad quienes tienen influencias desde cualquier sector. De los que conforman las cúpulas de poder. Sean empresariales, políticos, comerciantes, profesionales, etc. Porque como dice una frase conocida: “la paz no se negocia, se construye, se ejerce”.
Para nadie es un secreto que en muchas partes del mundo existen evidentes signos de violencia. Algunos articulistas internacionales hablan incluso de un acelerado incremento. Otros plantean que la violencia luce que está en proceso de generalizarse. En tal virtud, cuando se producen hechos que impactan y repercuten en los dinámicos medios de comunicación, se crean situaciones lamentablemente expectantes.
Ante acontecimientos de esa naturaleza, solo hay una palabra corta que lo sintetiza todo: Paz. Pero una paz que conlleva planteamientos serios y diferentes. Porque mientras en algunas latitudes algunos piensan que ella solo se logra con violencia, para la gran mayoría, la paz está concebida dentro de un espíritu de justicia y esfuerzo constante y constructivo. Con solidaridad y respeto.
Independientemente de otros factores, entre los causantes de la mayoría de los conflictos que provocan violencia, además de desequilibrio emocional y falta de educación, se señalan las injusticias arrastradas, y la incapacidad en lograr las verdaderas soluciones con componente humanista.
Otro gran enemigo de la paz es la falta de visión de conjunto. Buscar chivos expiatorios. Echarle la culpa a otro. Actitudes que implican huirle a su propia responsabilidad. Si se está en la oposición culpar al Gobierno y viceversa.
Otra factor enemigo de la paz duradera es la centralización de las estructuras de poder económico y político. Pues se constituyen en luchas permanentes por el manejo de las estructuras, propiciadoras de que el concepto de democracia solo tenga expresión pasajera para las grandes mayorías en determinadas ocasiones.
El mundo está compelido a reflexionar sobre este tema. Analizar los problemas de manera profesional, fría y serena. Estudiar los factores y señalar que culpabilidad les corresponde a cada sector en el agravamiento de las situaciones. Qué responsabilidad les cabe a las potencias o demás grupos de poder. Determinar cuáles son las causas reales de los problemas y señalar con claridad los caminos de esperanza que se deben abrir para lograr que nuestros países utilicen todas sus energías en la construcción de una sociedad más justa y humana, que es la genuina expresión de la paz.
Si no se producen búsquedas conscientes y especializadas en conjunto de las soluciones reales, se rompen los factores de equilibrio que provocan otros conflictos que alteran la paz. Priman los intereses de grupos y de clases, partidos, religión, sexo, e incluso de raza, para hacer que se cambie no solo lo que se entiende o interpreta como objetivo de mejoramiento y bienestar, sino especialmente para que se diseñen y ejecuten metodologías de acción de la más variada y contradictoria índole.
Dentro del espectro mundial, aquí vivimos en relativa paz. Pero para mantenerla, mejorarla y hacerla duradera, además de buenas intenciones, hace falta pensar y actuar como un solo cuerpo y mucha voluntad.
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