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Teófilo Quico Tabar
El martes pasado, en el acto de puesta en circulación de un nuevo libro del destacado profesional e historiador Bernardo Vega, “Las dolosas elecciones del 1994 y sus coincidencias con el embargo contra Haití”, quien también comparte junto a otros 9 distinguidos y destacados ciudadanos el Consejo Consultivo de la Lotería Nacional de forma honorífica, uno de los asistentes se refirió a un artículo que escribí hace varios años. Él dijo frente a un grupo presente: Ay Quico, si te hubiesen hecho caso. Vuelve a hablar de eso. Por tal razón, expondré algunos párrafos. El título era “Los cómplices de la decadencia moral”
Escribí: “Cuando la corteza que cubre la mayoría de los árboles se daña, estos sufren y terminan secándose. Lo mismo ocurre con las sociedades que crean normas y estas van formando canales por los que deben conducir sus actividades y a su vez una especie de coraza para que las cubra y pueda protegerlas de cualquier agente invasor de conductas no deseadas o que no forman parte de su esencia moral.
“En la medida en que esas corazas van recibiendo los embates de costumbres dañinas y no deseadas, pero al mismo tiempo quienes deben servir de conductores actúan de acuerdo a las influencias negativas en contraposición con los principios éticos y morales que deberían normar las reglas de sus actividades, en esa misma medida se va debilitando y perdiendo su capacidad de protección.
“Pero esas debilidades no se producen solo en una parte de la sociedad, como por ejemplo: en las esferas gubernamentales, la política, en el campo de la comunicación, la justicia etc., sino que sus influencias penetran a todos los niveles. Aunque es lógico pensar que hay actividades en las que por su capacidad de influenciar, se hacen mucho más negativos por el campo de acción que desarrollan.
“Lo que lamentablemente nos está ocurriendo es que los patrones de conductas negativos producto de la invasión maligna que debilitan los principios éticos y morales se han dispersado de tal manera que han logrado confundirse. Y ya mucha gente titubea o no sabe en realidad lo que es bueno o malo. Porque muchos que por cualquier forma adquieren notoriedad sin ceñirse a los patrones conductuales que deberían servir de modelo, se convierten en figuras exitosas a las que no solo se les concede impunidad, sino que se les otorgan incluso privilegios.
“Mientras más personas logran escalar a base de conductas no deseadas, la misma sociedad sin darse cuenta irá creando corrosivos potentes y penetrantes que destruyen la coraza que debería protegerla de esas malas influencias. Y así como ocurre con el medio ambiente, la mayoría no le presta la atención debida. Porque una buena parte de los líderes y conductores no se detienen ante los señalamientos, advertencias o alertas de peligro, sino que continúan su ritmo como si nada ocurriera, convirtiéndose en cómplices de la decadencia moral”.
Muchas décadas escribiendo. Muchos años advirtiendo. Cientos de veces enviando señales de que estaban permitiendo que empujaran la sociedad por caminos equivocados y peligrosos. Pero estaban demasiado preocupados para ocuparse de nimiedades, como una vez me dijo alguien.
Teófilo Quico Tabar
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